Por Maxi Abad
A medida que pasan los años uno va conociendo y aprendiendo de diferentes personas. Vivimos en un mundo muy apurado, en el que las cosas cambian rápidamente, y cuesta identificar aquello que permanece. Pero cuando perdemos a alguien que marcó con su presencia, con su consejo, con alguna actitud, con alguna palabra un momento de tu vida, recobramos el valor que tienen los referentes, aquellas personas que tanto admiramos.
En mi caso, y en el de muchos de los abogados y abogadas de Mar del Plata, Juan Carlos Paris fue una referencia inolvidable. Uno de los profesionales más generosos que conocí, siempre dispuesto a dar todo por los demás. Una buena persona, de esos que, con sólo verlos actuar, pensar, resolver cualquier situación, transmiten enseñanzas.
Presidente del Colegio de Abogados, Decano de la Facultad de Derecho de la UNMDP, donde yo me gradué, Juan Carlos era un tipo que abría puertas. Bajo su impronta, el Colegio y la Facultad tomaron el rumbo del diálogo abierto, del debate de ideas, que él siempre supo escuchar. Fue una inspiración para muchos de los abogados y abogadas que lo conocimos, propició la primera Comisión de Jóvenes en el Colegio, porque así era Juan Carlos. Era una personas que unía, que atraía voluntades, que hacía mejor cada lugar por donde pasaba.
Dio el ejemplo como Juez. Su voto en la causa de Gregorio Molina, tan importante para todo el país, pero fundamentalmente para nuestra profesión, marcó precedente, y hoy se sigue comentando y admirando. Juan Carlos vivió como pensaba, fue honesto y fue íntegro. De esa manera encaró lo que se proponía, como cuando recorrió el país para representar a los abogados y abogadas del interior en el Consejo de la Magistratura, o en este último tiempo, cuando participaba desinteresadamente del consultorio jurídico gratuito de la Facultad.
Despedimos a un gran hombre, a un gran abogado, de quien aprendieron muchos de los colegas que hoy ejercen la profesión. No sólo Derecho Romano, sino que aprendieron de su ejemplo, sólo con ver cómo era él, cómo pensaba y cómo condujo las instituciones en las que estuvo y se comprometió. Chau Juan Carlos, en esta despedida empieza el recuerdo inolvidable de todo lo que significaste para nosotros, y nos queda la certeza de que te debemos mucho.